lunes, 10 de agosto de 2015

Yo... presidente por un día

Domingo, día de elecciones, todos listos para votar a los futuros candidatos. Algunos ya lo tenían en mente y otros quedaron hundidos en el cuarto oscuro en un mar de boletas, llenas de nombres, colores y fotitos... pensando y ahora? Que voto?.

Pero, no hay nada mejor que contar una historia desde los ojos de la autoridad de mesa o presidente de mesa o para los que lo dicen de manera errónea la presidenta de mesa; un puesto que suena como importante y fuerte, pero lo aprendes en treinta minutos desde internet.

Como cualquier persona responsable, llegué con mi telegrama de Autoridad a la escuela asignada 15 minutos antes del horario indicado, me recibió un gendarme y muy amablemente me indicó mi destino. Con toda la suerte de que en mi cuarto oscuro estaban todas las urnas esperando, con lo cual, hasta que la última  no fue entregada, no pude arrancar a ordenar todo, son cosas que pasan no? Podes estar dentro de ese 10% de personas que les toca esa suerte. Claro, estas pensando que eso no fue suerte?... Y si, eso parece, la suerte real es que todas las autoridades vinieron en horario y a más tardar 7:45 tenía libre el aula.

A ordenar boletas.... Adoro ordenar, te podría decir que esta parte hasta la disfruté, orden de menor a mayor por número de lista. Prolijas, estiraditas, legibles en su totalidad, que ninguna tape parte de la otra, una obra de arte, lástima que no tuve tiempo para sacarle una foto.

Luego de hacer todo lo indicado en el instructivo y en el curso, al pie de la letra y en el orden correspondiente, arrancamos con el acto electoral, con el honor de votar primera y mi asistente segundo. Largamos.... Uno tras otro empezaron a pasar, buscar a cada uno, corroborar datos, entregarle sobre firmado, y finalmente cuando emite el voto, una firmita en el padrón, del votante y mía... Listo, buen domingo para usted con una sonrisa y... De parte de ellos "que te sea leve".

Jamás, en toda mi vida firme tantas cosas como el domingo, a medida que pasaban las horas mi firma dejaba expresado el cansancio en el trazo, arrancó enérgica y firme, y terminó bastante desprolija.

Durante el día, tuvimos mucha gente con muy buena onda, que se bancó la fila, la espera, la humedad, el pegoteo de tanta gente, la lluvia constante, pisos resbaladizos, etc. Uno solo se quejo porque su fila no avanzaba, pero seguramente debe ser de esas personas que se quejan porque su fila en el super no avanza, tampoco la del peaje, ni la de la estación de servicios, ni la del banco. Y dos personas, muy amables que nos trajeron facturas y caramelos, hermoso gesto.

Sin reloj en mano, las horas pasaron casi inadvertidas, lo único que marcaba un horario era la llegada de una horda de fiscales a "controlar las boletas en el cuarto oscuro"... Horda que cumplían al pie de la letra su definición. Su fin teórico... reponer boletas, su fin real... eliminar boletas de otros partidos. Pero, con mi curso estudiado y mi chapa de Presidente use la famosa frase "se van para atrás". Nadie toca una boleta, el reglamento lo prohíbe, si quieren agregar yo lo voy a hacer. Al principio me miraron con cara de odio, pero a medida que avanzaba el día y veían que tanto mi asistente como yo no dábamos el brazo a torcer, se fueron relajando y hasta pidieron muy amablemente permiso para controlar...

Llegadas las 18:00 hs, sonó el timbre del recreo, eso indicaba el final de las elecciones. Tocaba la peor parte... Contar y controlar que nadie intente hacer trampa. Nos organizamos muy bien... Yo al frente, tiza en mano, como maestra de primaria, armé una hermosa grilla en el pizarrón para el conteo, en el medio del salón, una hilera larga de bancos con las boletas ordenadas, y al final del salón, como alumnos rebeldes, todos los fiscales sentaditos apoyando su respaldo contra la pared. Y asi, prolijamente como me gusta hicimos el recuento, hasta los fiscales consultaban amablemente los números que anotaba... Hermoso no? Tan ordenado, tan metódico, tan transparente como me gusta a mi.

Finalmente, 23:45 dimos por terminado nuestro trabajo. Y sorprendentemente, recibimos tanto mi asistente como yo felicitaciones por la prolijidad y el compromiso que le pusimos al día. Y eso... Te agranda, te hace sentir bien, a pesar de ser una tarea muy cansadora. Pero, no termino acá... faltan dos mas... Esperemos que sean igual o mejores.

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