martes, 4 de agosto de 2015

Subir al tren tiene su cultura particular

Después de dos semanas de receso escolar, todo vuelve a la rutina. Durante dos semanas vivimos el paraíso, viajar tranquilos, pero todo lo bueno termina pronto.

Volvemos a la rutina de los horarios, volvemos a los tiempos cronometrados. Otra vez subir al tren, lleno de gente, sobrepasando ampliamente la capacidad máxima. Ahí están todos, apurados otra vez para no perder el tren (por suerte este no pasa una sola vez!!!) y en lo posible viajar sentados.
Subir al tren es casi un modo de vida, rápidamente te das cuenta quien viaja por primera vez, con mirada de pánico observa como todos, absolutamente todos, se abalanzan sobre las puertas a empujones, con el único objetivo de sentarse.

Cuando el tren llega a la estación  lento, muy lento, todos se van acercando al borde del anden. No hay fila, no hay prioridad del primero que llega primero entra. Acá es la ley de la selva. No importa si hay embarazadas, ancianos, niños, no importa nada. Algunos, y no son los menos, fijan una puerta con la mirada y la empiezan a acompañar hasta que el tren se detiene, eso implica obviamente llevarse a empujones a los que están quietos esperando que su suerte hoy sea buena y la puerta frene frente a ellos.

Imagínate esta situación, dos personas charlando, ven que se aproxima el tren, uno le dice al otro, hoy es nuestro día de suerte, mira mira la puerta va a quedar frente a nosotros!!! pero... no se dan cuenta que sus suertes pasan de buenas a malas en un segundo, a la par del tren unas diez personas acompañan la puerta llevando a su paso a todo el que se encuentre en su camino, con lo cual nuestros interlocutores quedaron por los empujones justito entre medio de dos puertas, con algunos pisotones y magullones incluidos.

Luego es la gran odisea, todos a la vez intentando pasar por una misma puerta, si sos rápido logras subir sin problema, si sos lento te suben los de atrás de un buen empujón, ahí comienza la lucha de los asientos, se tiran sobre ellos de una forma jamás vista. Algunos, los que quedaron mal posicionados, abren las ventanas, y como si fueran perros marcando su territorio, dejan algo en el asiento.... Campera, buzo, bolso, cartera, caja, mochila, y hasta niños. También están los que hicieron reserva previa (no sabía que existía esa posibilidad, voy a tener que averiguar un poco más!), encontras un asiento libre, te apuras para sentarte, pero cuando llegas ahí, la persona de al lado te dice... No no esta reservado... La única manera que encontré para sentarme sin entrar en discusiones es decirles... Ok, mostrame el ticket de reserva, de lo contrario me siento.... Por el momento me senté siempre...

Es una cultura particular la del tren, hay que aprender a vivirla. Todo sea por ahorrar muchos minutos de viaje!. Cuando te toque viajar, observá y contame si no es así!!!!.  

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